Las enfermedades cardiovasculares se sitúan como la primera causa de muerte en España hoy en día, representando casi el 30% del total de fallecimientos, justo por encima del cáncer. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades que afectan al corazón y los vasos sanguíneos son la principal causa de muerte en el mundo.
En relación a la afectación por géneros, en la mujer se ha convertido en la primera causa de muerte, falleciendo 10.000 mujeres más que hombres al año. Aproximadamente, una de cada cinco mujeres en Europa muere a causa de enfermedades cardiovasculares. Por otro lado, se sabe que la afectación cardiovascular en la mujer suele ser más agresiva y con un peor pronóstico en comparación con los hombres. La probabilidad de que una mujer tenga un infarto es más frecuente después de la menopausia, época en la que se reduce la producción de hormonas femeninas (que han actuado como protección) y suele ocurrir una mayor alteración de los niveles de colesterol, glucosa y tensión arterial.
La importancia de la prevención
El 80% de las muertes se podrían evitar siguiendo unos buenos hábitos de vida, que frenen la aparición y la acumulación de factores de riesgo. Según la Fundación Española del Corazón (FEC), estos son los principales factores de riesgo cardiaco que podemos controlar:
● Hipertensión: esta patología supone una mayor resistencia para el corazón, lo que puede provocar insuficiencia coronaria y angina de pecho, además de que el músculo cardiaco se vuelve más irritable y se producen más arritmias. También fomenta la aparición de la ateroesclerosis. Para evitar que aparezca la hipertensión, las medidas no farmacológicas recomendadas son evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, reducir la sal en las comidas, practicar deporte y seguir una alimentación equilibrada consumiendo frutas, verduras, legumbres, frutos secos en cantidades reducidas y cereales integrales, además de usar aceite de oliva como grasa principal e incrementar el consumo de aves y pescado en detrimento de las carnes rojas.
● Niveles altos de colesterol: se calcula que las personas con niveles de colesterol en sangre por encima de 240 tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que aquellas con cifras de 200. La principal razón es que cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de la arteria y contribuye a su progresivo estrechamiento, originando la aterosclerosis. Para controlar esos niveles es fundamental tanto la alimentación equilibrada y saludable, con poco contenido de grasas saturadas, como el ejercicio regular.
● Alta frecuencia cardiaca: por regla general, la frecuencia normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por minuto, pero por encima de esas cifras aumenta el riesgo cardiaco. Así lo evidencian los estudios realizados, que han encontrado una asociación entre la alta frecuencia cardiaca y el riesgo de muerte. Para reducir esta, una de las principales
recomendaciones es hacer deporte: se calcula que cada semana de entrenamiento aeróbico, se podría conseguir una reducción en la frecuencia cardiaca en reposo de un latido por minuto. También existen fármacos para reducir la frecuencia cardiaca en caso de que sea necesario.
● Diabetes tipo 2: si prevenimos la aparición de diabetes tipo 2 en las personas con factores de riesgo para desarrollarla, estaremos reduciendo al mismo tiempo las posibilidades de que en el futuro la salud cardiovascular se vea afectada. Para ello, es clave seguir un estilo de vida saludable, cuidando el peso y al mismo tiempo, mantener una dieta cardiosaludable combinada con la práctica de deporte de forma regular.
● Enfermedad periodontal: la relación entre boca y corazón es más estrecha de lo que se imaginaba hasta fechas recientes, y la prueba está en que entre las personas con cardiopatía isquémica en España, alrededor del 40% ya ha sufrido pérdida de piezas dentales. Por eso, el cuidado de la enfermedad periodontal resulta beneficioso para la salud cardiovascular, ya que velando por el buen estado de nuestra boca, estaremos cuidando también el corazón.
Somos tan viejos como los son nuestras arterias
Cuantos más factores de riesgo permitamos, mayores son las probabilidades de padecer una enfermedad cardiovascular. Ésta es inevitable si nuestra sangre tiene tendencia a coagularse y las arterias se ven obstaculizadas por depósitos (placas), que impiden la normal circulación de la sangre. Este material que bloquea los vasos sanguíneos es una sustancia compuesta de fibrina, colágeno, fosfolípidos, triglicéridos, colesterol, mucopolisacáridos, proteínas, metales pesados, tejido muscular y otros desechos, todo ello solidificado con calcio, que deforma las arterias y provoca que estas se ocluyan con el tiempo, provocando aterosclerosis.
Una dieta sana, practicar ejercicio físico de forma moderada y evitar el alcohol y el tabaco reducen significativamente el número de éstos ‘factores de riesgo’.
El extracto de ajo negro como cardio-protector
Además de las terapias convencionales, existen algunos alimentos y componentes nutricionales que han demostrado ser efectivos para la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Entre estos alimentos, el ajo (Allium sativum L.) tiene una sólida reputación desde hace siglos en diversas culturas, por sus propiedades antitrombóticas y antihipertensivas. Estas últimas se deben, al menos en parte, al principio activo S-alil-cisteína (SAC), que reduce el estrés oxidativo e inflamatorio y potencia la liberación de sustancias vasodilatadoras, como el óxido nítrico (NO) y el sulfuro de hidrógeno (H 2 S). Ambas sustancias son producidas por las células del endotelio vascular y cumplen una función importante en la regulación del tono vascular.
A diferencia del ajo convencional, el extracto de ajo negro contiene un mayor contenido en polifenoles, ácidos grasos poliinsaturados, como el ácido linolénico, y compuestos azufrados, especialmente SAC, lo que le confiere una mayor capacidad antioxidante. Existen diversas investigaciones que muestran la capacidad del extracto de ajo negro para cuidar nuestro sistema circulatorio: mejora la circulación sanguínea, reduce la tensión arterial, disminuye la agregación plaquetaria, previene la oxidación lipídica, reduce los niveles de homocisteína, evita la progresión de la aterosclerosis (calcificación arterial coronaria) y ayuda a regular los niveles de glucosa, triglicéridos y colesterol sanguíneos. Por todo ello, el extracto de ajo negro ha mostrado un importante efecto preventivo de las enfermedades cardiovasculares.
Adopta una actitud saludable
Lleva un estilo de vida saludable, revisa periódicamente la salud cardiovascular, deja de fumar, disminuye el consumo de alcohol, incorpora la práctica de ejercicio aeróbico de manera regular, como caminar 20-30 minutos cada día, controla el peso, planifica los menús, sigue una dieta variada y equilibrada a base de frutas, verduras, legumbres, cereales, frutos secos, aceite de oliva y pescado azul y evita el consumo de alimentos procesados con alto contenido en grasas saturadas, azúcares refinados y sal.
Descansa lo suficiente y aprende a gestionar bien las emociones, ya que los estudios muestran que sentimientos como la ira, la frustración, el sentimiento de culpabilidad y por supuesto, el estrés crónico, aceleran el envejecimiento celular y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, por tanto, una mente serena y el buen humor, nos ayudarán a proteger nuestro corazón y a sentirnos mejor. La meditación de conciencia plena, el yoga o la hipnosis nos ayudan a gestionar mejor nuestras emociones y las situaciones de estrés.
Estos hábitos de vida saludables acompañados de la suplementación con extracto fluido concentrado de ajo negro tendrán un efecto muy beneficioso para prevenir las enfermedades cardiovasculares y cuidar nuestro corazón.
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